«El Alma de Argentina»

A principios de 2022, y después de un largo confinamiento, nos embarcarnos junto a mi familia en una emocionante aventura para recorrer toda Argentina en nuestro coche. Saliendo de Buenos Aires hasta Tierra del Fuego por la ruta 40 y vuelta desde el fin del mundo a buenos aires por la costa atlántica, sin prisas y con pausas ya que viajamos con nuestra hija de tres años y nuestros perritos .

Llevé el coche desde Mallorca a Alemania para enviarlo a Argentina. Después de embarcar nuestro coche desde Hamburgo por Seabridge a los 20 días el coche llegó al puerto de Zárate en Argentina. He de decir que en perfecto estado. Así nuestro viaje comenzó en Buenos Aires, donde la ciudad bulliciosa y vibrante fue solo el inicio de lo que estaba por venir. Atravesamos vastas extensiones de llanuras de , montañas majestuosas y exuberantes selvas, grande lagos, el glaciar Perito Moreno, experimentando la diversidad geográfica y climática de Argentina en todo su esplendor.

Visitamos el Cristo de Cristal y Acero que hay en Junín de los Andes, El Lago Huechulafquen,(Lago grande en idioma Mapuche) y los otros siete lagos inmensos, mágicos. Fuimos a Tierra del fuego y al pueblo más al sur del mundo (La Pataia) en Ushuaia, un antiguo pueblito pesquero que nos recomendó un mecánico que conocí en Bariloche y al que le hice instalar unas luces el Coche ya que en carreteras sin iluminación y noches cerradas no se veía prácticamente nada.

Después de meses de travesía mi mujer y mi hija debían volver a Europa, así que me quedé solo un par de semanas, por lo que decidí extender un poco más el viaje y tirar hacia el norte. Finalmente llegué a Paraguay, un país vecino que me recibió con los brazos abiertos. Hay mucho que contar de Paraguay, pero ya será en otra ocasión…

«Que gente más alegre y amable que lo dan todo sin mesura.»

Aunque me costó separarme de mi amado Mitsubishi, finalmente tuve que vender mi coche en Paraguay por problemas mecánicos que venían de lejos y decidí darme el lujo de continuar mi viaje hacia el norte de Argentina, específicamente a la provincia de Salta, en el noroeste del país, que me faltaba por conocer. Era otro clima diferente del sur, otra naturaleza, otro tipo de habitante originario y una impronta cristiana y española más marcada que en el sur. Si pienso en la palabra humildad y respeto, la gente de Salta y Jujuy me viene a la mente.

Salta me recibió con su encanto único. Sus calles adoquinadas y casas coloniales, combinadas con la majestuosidad de los cerros circundantes, crearon un escenario pintoresco que me cautivó desde el primer momento. Me hospedé en pequeñas localidades cercanas a Salta, donde pude conocer gracias mi guía, aún más de cerca la vida cotidiana de los pobladores originarios que habitan la región, su historia, su arte, y sus sueños futuros.

Decidí alquilar una moto para recorrer la cordillera Andina. Hacía mucho que no iba en moto, más de 7 años, así que primero le pillé un poco el tranquilo, y con mi fiel compañera, una Royal Enfield Himalayan, me dispuse a explorar cada rincón de Salta y Jujuy, ansioso por descubrir las maravillas naturales, la riqueza cultural y la esencia de esa tierra.

Durante 11 días, me adentré en las montañas que rodean Salta, encontrando una energía especial que me llenaba de paz y conexión con la naturaleza. Cada paso me permitía descubrir nuevos panoramas: desde cumbres nevadas, el gran salar, Cuesta del Obispo, Quebrada de las conchas, hasta valles frondosos y ríos cristalinos que serpenteaban a través de los gigantes dormidos.

Fue durante mis travesías por esta región que me encontré con pobladores originarios, cuya conexión me transportó a tiempos ancestrales. Una de ellas me comentó que aunque provenían de diferentes comunidades y hablaban distintas lenguas indígenas, el español se había convertido en una lengua común que les permitía comunicarse entre ellos y con los visitantes como yo. Este fenómeno lingüístico demostraba la capacidad del ser humano para adaptarse y encontrar puentes de conexión en medio de la diversidad.

El encuentro más significativo de mi viaje fue con la comunidad indígena Wichí. Su cultura ancestral y arraigo a la tierra me cautivaron profundamente. En mi interacción con ellos, aprendí sobre sus tradiciones, su profundo respeto por la naturaleza y la espiritualidad que permeaba cada aspecto de su vida cotidiana. Pero lo que más me conmovió fue su arte autóctono.

Las piezas artísticas de los Wichís reflejaban la riqueza de su cosmovisión y su vínculo profundo con la tierra y sus antepasados. Sus pinturas y tejidos eran verdaderas obras maestras que narraban historias únicas y transmitían una conexión sagrada con la naturaleza. Cada trazo y cada color llevaban consigo la sabiduría y la esencia de una cultura que ha pervivido a lo largo de los siglos.

Mi pasión por viajar y conocer culturas profundamente se convirtió en una herramienta para inmortalizar estas expresiones artísticas y compartir su belleza y significado con el mundo. Fue entonces cuando surgió en mí la idea de crear un reportaje que trata de un chico argentino, descendiente de españoles, que emigró al viejo mundo de pequeño, y al volver a su tierra natal redescubre una tierra y una cultura como nunca antes, dando a conocer las comunidades indígenas a España, para dar así a conocer su riqueza cultural tendiendo puentes y promoviendo el turismo sostenible y responsable en la región.

«El Alma de Argentina». La experiencia 360 se adentra en la expresión a través de las obras de arte de los Vichís y de su relación con el Cebil , un tipo de árbol autóctono que tiene una simbología ancestral en su comunidad y que es nexo de unión en esta región de los diferentes pueblos originarios.

El impacto del documental va más allá del propio lugar y sus gentes , mi verdadero interés es establecer lazos de amistad y colaboración entre España y las comunidades indígenas del noroeste argentino con las que tenemos muchas cosas en común y creo que mucho por descubrir el uno del otro. Mi compromiso con los Wichís y otras comunidades continúa hasta el día de hoy. Este viaje me enseñó la importancia de valorar y respetar la diversidad cultural, y de ser consciente de la responsabilidad que tenemos de preservar las tradiciones y la identidad de nuestros pueblos originarios.

El noroeste argentino (NOA) dejó en mí una huella imborrable. Su belleza natural y riqueza cultural me llenaron de gratitud y asombro. Cada experiencia en mi viaje fue un recordatorio de la importancia de conectar con los lugares que visitamos y de valorar la diversidad cultural. Argentina, con su vastedad y encanto, es un tesoro que merece ser explorado y protegido para las futuras generaciones.

Algunas fotos del viaje.